Un proceso de coaching debe ser tan corto como sea posible y tan largo como sea necesario. Aunque varía mucho de un cliente a otro, en mi experiencia, en 7 a 10 sesiones de 1 hora se consiguen progresos extraordinarios.
En algunas ocasiones algunos clientes necesitan menos sesiones.
De todas formas, al final es el coachee (la persona que recibe el coaching) el que delimita la duración del proceso y el que decide siempre cuando se siente satisfecho con el progreso conseguido hasta ese momento.